¿Cuando dejar ir a un cliente?
Cuando algunos de los clientes de un negocio consumen demasiados recursos de la empresa y no pagan de manera adecuada, hay que plantear la posibilidad de dejarlos ir. Para muchos negocios esta idea puede sonar como algo poco razonable, pero tiene sentido si se toma en cuenta que la rentabilidad es primordial para la prosperidad de cualquier negocio.
Evidentemente, los clientes son fundamentales para generar ingresos, ya que son los que pagan, por lo que hay que tener varios factores en cuenta al momento de tomar la decisión de terminar una relación laboral que tiene potencial de entregar algo de dinero a la empresa.
El primer factor a considerar es la rentabilidad de la empresa en su conjunto, así como la de cada proyecto o servicio que se ofrece. Para descubrir la rentabilidad es necesario ver cuántos beneficios nos generan las inversiones que realizamos, es decir, si los ingresos son mayores que los costos fijos y variables que se emplean para mantener al negocio en funcionamiento.
Antes de prescindir de un cliente, el dueño debe plantearse con un alto grado de honestidad si su empresa ha cometido errores. Si es así, antes de tomar cualquier decisión, es muy importante eliminar esos errores. Quizá la rentabilidad deseada no se alcanza porque hay cosas que no funcionan bien al interior de la empresa, como mal aprovechamiento del tiempo o falta de capacitación en los empleados.
Además, antes de realizar cualquier tarea, la empresa y el cliente deben ponerse de acuerdo sobre los alcances del proyecto que se ha decidido emprender. A final de cuentas, hablando se entiende la gente, por lo que tener un conocimiento claro de lo que ambas partes desean y cuánto va a costar es una base fuerte que ayudará a prevenir errores y disgustos, en especial si el cliente pide más cosas de lo que el proyecto inicial incluye.
En caso de que la rentabilidad se siga viendo afectada aun después de eliminar errores en la empresa y de definir los alcances y costos del proyecto, la mejor opción es hablar nuevamente con el cliente, plantearle la situación y, de ser necesario, recotizar el proyecto.
Una vez que se ha intentado todo lo anterior, las cosas, en teoría deben mejorar; si aún después de implementar las medidas, la rentabilidad no mejora, es hora de decirle adiós al cliente. Cuando la rentabilidad de la empresa es nula, entonces la empresa no está llevando a cabo su trabajo de generar ganancias de manera eficiente, lo que se traduce en perdida de dinero y de tiempo. Un cliente que absorbe tus valiosos y muchas veces limitados recursos y que no está aportando ganancias que cubran y sobrepasen la inversión no te está ayudando.
Visita a GDLsystems, Agencia de Marketing Digital en Guadalajara